Participante: Alberto Mompeán Martínez
Siempre he hecho cosas imposibles por amor, pero la que contaré a continuación, aunque no haya sido la más difícil de realizar, sí que ha sido la más surrealista de todas.
Después de estar varios días en Irlanda visitando a la que era mi novia por entonces, cuando era el último día y tenía que ir el aeropuerto para coger el avión de vuelta a España, ocurrió lo peor: se me había perdido el DNI y no lograba encontrarlo. Para más inri y como buen español, llegaba tarde. Por suerte, todavía había gente en la cola aunque esta vez sería el último en embarcar, por lo que el avión seguramente saldría tarde, así que tendría una oportunidad de embarcar. Cuando llegó mi turno, decidí usar el truco más viejo y ruin en estos casos; La picaresca unido a un nulo dominio de la lengua de Shakespeare.
La azafata, tan encantadora ella, en un inglés tan bonito como su sonrisa, me preguntó si tenía algún tipo de documentación, a lo que respondí con un “Sorry” y negando con la cabeza cual niño después de haber hecho alguna travesura. La chica, sabiendo que mi inglés no mejoraría con una sesión exprés de 5 segundos suspiró y dijo que sería imposible subir al avión sin algo que pudiera identificarme.
No tenía ni siquiera el carné de conducir, por no hablar de pasaporte. Por lo que entre las prisas porque el avión despegaba tarde, la sonrisa de la azafata que inexorablemente se convertía en un “Oh My God” en silencio y un servidor sin documentación y con la certeza de que me iba a convertir en un fantasma entre terminales hicieron que lo imposible ocurriese: con unos ojos vidriosos ante la inminente posibilidad de quedarme en tierra, me dispuse a señalar el avión y con un inglés que ni en mis sueños más húmedos dije: “I can fly?” La reacción de la azafata ante mi mirada hundida señalando el avión, hizo que reaccionara con un gran suspiro que se podía percibir desde la cabina del avión donde un piloto ansioso esperaba para poder partir.
La alegría que desprendí tras el gesto afirmativo de que podía finalmente viajar no fue del agrado del resto de los viajantes, aunque eso era lo que menos me importaba, estaba finalmente en el avión y de vuelta a la tierra que me vio crecer. Desde entonces, poco ha cambiado, mi nivel de inglés sigue intacto, aunque eso sí, no he vuelto a perder mi DNI.
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¡jajajaja! Muy divertido, me lo he imaginado y no he podido parar de reir. ¡5 estrellas! 😉